3 cosas que hacen llorar a un traductor
Ser traductor es como ser un superhéroe en el mundo de las palabras. Pero también hay momentos en los que nos encontramos con situaciones tan difíciles que, si no tuviéramos el control, las lágrimas serían nuestra única respuesta. Aquí te dejamos tres de esas situaciones que hacen que un traductor desee esconderse bajo su escritorio.
1. Textos mal escaneados
El primer enemigo de todo traductor son los textos mal escaneados. Esos PDFs borrosos que, por alguna razón, tienen más manchas que un café derramado. Imagina que te llega un texto de 10 páginas y cada palabra es más difícil de leer que la letra de un doctor. ¡Es un reto solo para encontrar lo que dice! Las letras difusas, los bordes mal escaneados y, lo peor de todo, las zonas en blanco donde el texto simplemente desaparece. Es como un juego de adivinanza, pero con la diferencia de que no tienes ni idea de lo que estás adivinando.
Ejemplo: Recibes un contrato legal donde las palabras parecen haber sido escritas por un fantasma. Intentas hacer lo mejor que puedes, pero hay partes del texto que se convierten en una nebulosa de símbolos. Aquí no hay espacio para creatividad, solo para frustración.
2. “Google Translate ya lo hizo, sólo revísalo”
Ah, el famoso “Google Translate ya lo hizo, solo revísalo”. Todos hemos estado allí. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué crees que una máquina puede hacer lo que un humano, con años de experiencia, puede hacer? Este tipo de situaciones son el equivalente a un trabajo de traducción en piloto automático. A veces, te llega un texto de mala calidad que ha sido traducido por una IA, y las frases tienen más sentido cuando las lees en voz alta con los ojos cerrados.
Ejemplo: Si alguien te manda un correo en el que dice “I am happy to cooperate” y Google Translate lo convierte en “Estoy feliz de cooperar”, ya se ve que algo no está bien. El traductor no está solo buscando las palabras correctas; tiene que buscar el matiz, la cultura y la fluidez del idioma.
3. “Es solo una paginita 🥰”
Este es el clásico. Alguien te manda una traducción que en su mente es “solo una paginita”. No importa que te hayan dicho que es un texto corto, lo que realmente estás viendo son 4000 palabras en Arial 2, ¡y es una pesadilla! Es tan pequeña la fuente que necesitas una lupa para leerlo, y la mitad de las páginas tienen texto en negrita, subrayado o tachado. Un texto que parecía fácil se convierte en una prueba de resistencia ocular.
Ejemplo: Un cliente te manda un artículo de 2000 palabras sobre marketing, pero la presentación es tan mala que parece que estás descifrando un mensaje secreto. Y claro, “solo es una página”, pero ¿en serio? ¿Quién te dijo que esa “paginita” no era el equivalente a un maratón?
Conclusión: A veces, el trabajo de un traductor puede ser más doloroso que una película de terror. Pero, al final del día, el resultado final es el que nos hace seguir adelante, y lo más importante, sabemos que somos los héroes invisibles en la industria de la comunicación.
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