A lo largo de la historia, se han generado múltiples debates sobre si el traductor realiza una labor única e imprescindible o si, por el contrario, con unos conocimientos básicos en el ámbito de la traducción y unas nociones del idioma le sería suficiente para ser capaz de traducir un texto. Para llegar a ser un buen traductor hace falta mucho más que aprender simplemente una lengua. A día de hoy, ¿qué pasos se deben seguir para llegar a ser un buen traductor?
Aptitudes que debe tener un buen traductor
Capacidad de redacción.
Es importante redactar bien y tener una buena capacidad para expresarse en diferentes estilos y registros. Así como poseer un sentido crítico y una mente analítica que te permita detectar errores o contradicciones y distinguir posibles errores o redundancias.
Curiosidad intelectual.
Los traductores no tienen por qué conocer todos los vocablos y realidades a los que se enfrentan; pero sí manejar en profundidad los recursos a su disposición (diccionarios, glosarios, enciclopedias, tesauros, bases de datos) para encontrar respuestas precisas. Por lo tanto, la base de cualquier traductor es saber cómo documentarse y saber utilizar herramientas y técnicas (edición, maquetación y revisión textual) informáticas a nivel profesional.
Creatividad y autoaprendizaje.
Las aptitudes como la creatividad o la capacidad de autoaprendizaje para renovarse continuamente, las habilidades para el trabajo en equipo y la toma de decisiones en contextos internacionales e interdisciplinares son imprescindibles para la profesión del traductor. Es decir, debe ser una persona resolutiva, con espíritu emprendedor y organizada capaz de hacerse cargo de proyectos inesperados en cualquier momento.
Dominio de más de un idioma.
Conocimiento especializado.
¿Cómo percibir si nos encontramos ante un buen traductor o no?
Los traductores profesionales son aquellos que se han formado en esta profesión además de formarse en un ámbito de especialización (traducción jurídica, traducción médica, traducción científica, traducción literaria, traducción económica, etc.) y tienen experiencia como traductores. Es por ello, que los negocios no solo han de asignar esta tarea a personas que dominen más de un idioma para la atención al cliente de cara al público. Una de las grandes taras en el sector de la traducción es el intrusismo laboral, ya que se piensa que cualquiera puede traducir y redactar textos en un idioma diferente al materno por el simple hecho de haberlo estudiado. ¿Confiarías en una persona que ve series de médicos para encontrar la cura a tu enfermedad? No, ¿verdad? En la profesión del traductor es lo mismo, la traducción va más allá que saber dominar más de un idioma.
Hay muchos negocios que todavía no ven la complejidad de esta profesión y prefieren utilizar traductores automáticos u optar por personas que no tienen formación en traducción en lugar de demandar servicios de traducción a profesionales, lo que hace que pongan en riesgo su imagen como empresa.
El valor añadido que ofrece una buena traducción es incalificable. Los traductores profesionales saben transmitir a la perfección el mensaje original en diferentes idiomas. De esta manera, el cliente puede tener acceso a toda la información pertinente en su lengua materna, o la lengua que utiliza mientras viaja, y la experiencia es mucho más agradable.
Por tanto, para conseguir que el cliente se encuentre más cómodo y tenga una experiencia satisfactoria, y, por supuesto, no poner en riesgo la imagen de la empresa, es fundamental que las empresas satisfagan sus necesidades lingüísticas y culturales, recurriendo a los servicios de traducción.